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El emotivo reencuentro de los empleados de una fábrica cerrada en 1981

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Un viaje al pasado

Reencuentro emotivo: más de 30 años después, los trabajadores de la fábrica de bolsos Francisco Palacios Adame rememoran su juventud.

Ayer, en el restaurante Zambra de Alcalá de Guadaíra, un grupo de antiguos trabajadores de la fábrica de bolsos, maletas y mochilas de Francisco Palacios Adame se reunió para conmemorar tres décadas desde el cierre de la emblemática planta. Este reencuentro, lleno de nostalgia y emociones, permitió a los asistentes revivir una etapa clave de sus vidas, marcada por el esfuerzo, el compañerismo y los recuerdos imborrables.

Una fábrica, un hogar

Encuentro 2008

Fundada en 1967, la fábrica se convirtió en un motor económico para muchas familias de Alcalá de Guadaíra y sus alrededores. Allí, adolescentes de apenas 14 años, en su mayoría mujeres, dieron sus primeros pasos en el mundo laboral. Desde que entraban eran aprendices hasta cumplir los 21 años, así aprendieron el oficio desde la base: cortar materiales, coser a máquina, realizar serigrafías, remachar y embalar los productos, participando en cada etapa de la producción.

“A pesar de las largas jornadas, el ambiente de trabajo era especial, casi familiar. Entre risas y esfuerzo, aprendimos valores que nos han acompañado toda la vida”, compartía con nosotros Encarni una de las trabajadoras y una de las asistentes al evento.

Un sueldo y mucho más

Encuentro 2009

Aunque los salarios de la época no eran elevados, los trabajadores recuerdan con cariño los sobres semanales que contenían el dinero para el autobús de ida y vuelta durante cinco días laborables. “El sueldo mensual nos alcanzaba para comprarnos algo de ropa y ayudar en casa. No era mucho, pero sabíamos valorar cada peseta”, comenta una de las ex empleadas.

Este sistema de aprendizaje y salario inicial permitía a los jóvenes contribuir a la economía familiar mientras adquirían habilidades que, en muchos casos, les sirvieron para toda la vida.

El cierre y el legado

La fábrica cerró sus puertas en octubre de 1981, dejando atrás un legado de dedicación y trabajo en equipo. Para los asistentes a este reencuentro, el cierre no marcó el final de los lazos que allí se forjaron.

Aunque hace años que no trabajan juntos, los recuerdos siguen vivos. Este reencuentro ha sido una oportunidad para reír, emocionarse y, sobre todo, volver a sentirse parte de algo grande.

Un reencuentro inolvidable

El encuentro, lleno de anécdotas y fotografías de aquellos años, sirvió para reafirmar que, aunque los tiempos hayan cambiado, la esencia de lo vivido permanece intacta. Para muchos, este día fue más que una reunión: fue una celebración de un pasado que dejó huella y que aún inspira gratitud y orgullo.

Así, en un ambiente de risas y abrazos, los antiguos trabajadores demostraron que los recuerdos de la fábrica no solo son historias de una época pasada, sino también un testimonio del esfuerzo colectivo que definió una generación.

 

 

 

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