En esta segunda entrega sobre el «antiguo, venerable, real e ilustre azulejo alcalareño de exquisitos mantecados» que sigue sobreviviendo en nuestra Plazuela con probablemente más de un siglo de existencia, vamos a relatar las peripecias de nuestro intrépido investigador, que fuertemente castigado por una curiosidad sin precedentes no tuvo mejor idea que acercarse a la oficina de patentes (a veces las mejores soluciones suelen ser las más sencillas, tomen nota algunos dirigentes políticos que se empeñan en rizar el rizo en cada decisión que toman), inspirado por esa pequeña frase que aparece en el azulejo alcalareño y que reza «MARCA REGISTRADA».
Lamentablemente no encontró nada sobre FELIPE III ni sobre el tal Antonio Aguilar. No es que albergara esperanza de probar los exquisitos mantecados dado que la empresa, si seguía existiendo, es obvio que no es conocida; así que una de dos, o los mantecados no eran tan exquisitos o es que ya no se hacían; al final de la historia comprobaremos que ninguna de ambas opciones es la correcta, pero no nos hagamos spoiler…
La verdad es que sí fue una pequeña decepción que en la oficina de patentes no hubiera reseña alguna de una marca que, es lógico pensar, estaría implantada en distintas localidades y tuviera cierto nivel de reconocimiento, así que nuestro paisano alcalareño siguió tirando del hilo hasta dar con una empresa de nombre parecido y que aún se dedica al noble arte de la repostería tradicional.
En el próximo artículo desvelaremos si hay o no relación entre ambas empresas, si fue un tiro al aire o…
Bueno, que lo desvelamos en pocos días. Toca ser un poquito pacientes.
Juanlu Rodríguez.