Los plenos de Alcalá: del debate político a la comedia.
Alcalá sigue consolidándose como un referente en el mundo del espectáculo. Si alguien pensaba que los plenos municipales eran el escenario del debate serio y la gestión responsable, es porque aún no ha presenciado el último show celebrado en el Ayuntamiento. La sesión, que en teoría debía abordar asuntos de interés para la ciudadanía, terminó convirtiéndose en un auténtico número circense donde no faltaron los efectos visuales, el humor improvisado y hasta momentos de slapstick político.
El gran protagonista de la jornada fue un concejal que, en un arrebato de performance reivindicativa, decidió presentarse con la boca tapada con cinta aislante, en una imagen digna de un mimo profesional. La escena, más propia de un festival de arte conceptual que de un pleno municipal, dejó atónitos a los asistentes. Pero el espectáculo no terminó ahí: en un giro inesperado, el mismo edil se destapó la boca para colocarse una gorra con el lema “Alcalá emociona”, dejando claro que, si de emociones se trata, el pleno estaba alcanzando niveles de telenovela.
La situación llegó a tal extremo que hasta un teniente de alcalde, intentando mantener la compostura, no pudo evitar estallar en carcajadas en plena intervención, probablemente vencido por la imposibilidad de distinguir entre la política municipal y una comedia de enredos.
Con cada pleno, la frontera entre la gestión pública y el teatro del absurdo se difumina aún más en Alcalá. Mientras tanto, los vecinos, que quizá esperaban soluciones a sus problemas cotidianos, asisten a una función que ni siquiera tuvieron que pagar. Solo queda esperar a la próxima sesión, para descubrir si habrá números de malabares, escapismo o incluso una troupe de equilibristas intentando sostener el poco prestigio que aún le queda a la institución.