No olvidemos a los dos obreros de la Casa Ibarra
El pasado mes, dos trabajadores perdieron la vida mientras desempeñaban su labor en la obra de la Casa Ibarra. Dos vidas truncadas en cuestión de segundos, dos familias rotas que, además de enfrentarse al dolor de la ausencia, han quedado sin su principal sustento.
El Ayuntamiento anunció entonces la apertura de una comisión de investigación para esclarecer lo sucedido. Sin embargo, el tiempo avanza y el silencio se espesa. La oposición, en bloque, ha abandonado dicha comisión denunciando la falta de información y transparencia. Un gesto que, más allá de la política, revela algo mucho más grave: el riesgo de que este caso se diluya en el olvido.
Pero no podemos permitirlo. No se trata solo de una tragedia laboral, sino de un recordatorio de que la seguridad en el trabajo no es negociable y de que detrás de cada casco y chaleco reflectante hay un ser humano, una familia, un proyecto de vida.
Alzar la voz no devolverá a esos hombres a sus hogares, pero es la única forma de exigir que se haga justicia, que se asuman responsabilidades y que se tomen medidas para que nada similar vuelva a repetirse. No olvidemos que detrás de cada estadística hay nombres y apellidos, hay niños que se preguntan por qué su padre no volverá a casa.
Que la Casa Ibarra no se convierta en símbolo de desidia ni en capítulo cerrado antes de tiempo. Que sea, al menos, un punto de inflexión para recordar que la vida de un trabajador vale más que cualquier plazo de obra o interés político.
No les olvidemos. Porque el olvido es la segunda muerte, y esas familias ya han perdido demasiado. No nos olvidemos de José y Dani.