DESDE LA ATALAYA

SEÑORITOS ANDALUCES Y POLÍTICOS ANDALUCISTAS

El señorito andaluz es ese terrateniente que llega a una posición de poder y demuestra su hasta entonces oculto carácter arrogante, egoísta y egocéntrico. Tiene ante su “servidumbre” una actitud de desprecio y de superioridad moral que lo habilita para imponerle unas condiciones de trabajo precarias porque aborrece las tareas que realiza. Suele ser un personaje débil de espíritu, mediocre y que tiene la facilidad de olvidar sus orígenes y su trayectoria para creerse, a los pocos días de tocar el poder, por encima del bien y del mal.
Es habitual encontrar señoritos andaluces en la política con una facilidad pasmosa para centralizar en ellos mismos y en los suyos, los recursos económicos de una administración pública que no les pertenece y de la que succionan cual chupóptero profesional, todo lo habido y por haber como el cabrito precoz que no deja alimentarse a sus hermanos.
Bajo esa actitud de desprecio subyace la frustración de quienes hasta hace dos telediarios estaban en el otro bando, pero eso sí, a mesa y mantel aprovechando que el papel de señorito andaluz que ellos han aprendido a la velocidad del rayo no le gusta interpretarlo a todo el mundo.
Los partidos de izquierdas, esos que dicen odiar a los señoritos andaluces en cualquiera de sus formas hasta que tienen la ocasión de convertirse en uno de ellos, como es el caso que nos trae hoy aquí, defienden con sus discursos que la labor política debe ser retribuida porque de lo contrario, sólo los ricos y potentados podrían ejercerla y claro, no todo el mundo puede ser hijo, hermano o cónyuge de Amancio Ortega, Juan Roig o Alicia Koplowitz. Pero luego llega la realidad y esos mismos partidos de izquierdas son los más elitistas y clasistas del planeta tierra y se convierten en auténticos señoritos andaluces y amos cortijeros que coartan el ejercicio de la política a sus rivales políticos de la peor y más miserable forma en que se puede hacer, que es negándoles un salario digno. Les meten las manos en sus bolsillos para que tengan que elegir entre una labor de control y fiscalización al gobierno seria y rigurosa o llevar un salario digno a casa. Y esa actitud es del todo despreciable y barriobajera. Denota miedo al control de los demás, poco respeto por la transparencia tan falsamente vendida en la campaña electoral del pasado mes de mayo y una mala uva impropia de cargos públicos a los que, como el valor en la antigua mili, se les supone una mínima integridad personal y política que están muy lejos de demostrar con actitudes como esta.
Esta ralea de señoritos andaluces sabe lo que es la oposición; una labor que han ejercido con medios suficientes, salarios holgados y recursos económicos que ahora niegan a los demás demostrando que son dignos herederos del señorito Iván, que disponía como le venía en gana de la vida de Régula, Paco, Azarías y los hijos de los dos primeros en Los santos inocentes, aquella magnífica obra de Miguel Delibes y que tan bien retrata las recientes actitudes de los máximos representantes del andalucismo alcalareño.
En el PSOE de Alcalá, nada nuevo bajo el sol. La actitud de asfixiar económicamente a la oposición para que no pueda realizar su trabajo es algo heredado del cacique mayor del reino, que se fue en 2016 dejando aprendidas e interiorizadas lecciones tan repugnantes como esta a sus nuevos cachorros, que si no la han aplicado antes fue porque desde que perdieron la mayoría absoluta, necesitan de la connivencia y de la ruindad de otro grupo político para aplicarla, cosa que no ha ocurrido hasta ahora.
Bien se estrena el andalucismo en el poder, representando y permitiendo las peores actitudes que podemos recordar en nuestra tierra. Esperemos que lo siguiente no sea subyugar a impuestos y miserias a los jornaleros alcalareños mientras se recorre la finca común de todos nosotros montados a caballo, con el sombrero cordobés y la chaquetilla corta, las botas de montar y las espuelas mientras se miran al espejo diciéndose a sí mismos lo buena que es su estirpe.

La estirpe de los señoritos andaluces, de los amos cortijeros, de los miserables que no permiten que representantes electos como ellos ejerzan sus legítimas funciones de oposición en unas condiciones dignas.

Juanlu Rodríguez