DEGENERACIÓN POLÍTICA
Hubo un tiempo no hace tanto en que la política alcalareña respiraba de forma distinta. El principal partido de la oposición exhibía colmillo a base de dentelladas al gobierno, bien aglutinando a una oposición tan diversa como mayoritaria bajo su regazo y bloqueando su acción o bien en los tribunales cada vez que la causa tuviera visos de merecerlo.
Ahora parece que una nota de prensa crítica cada tres meses y el resto del contenido en forma de fotos en actos locales, provinciales o nacionales es más que suficiente convirtiendo de esta forma al partido de las gaviotas azules en el del pescadito en blanco; no molesta, no hace daño a nadie, no se repite y siempre sienta bien. Se supone que en el PP alcalareño habrán evaluado ese giro radical respecto a los últimos dos mandatos, que si bien fueron diferentes entre sí habida cuenta de la pérdida progresiva de rigor a nivel general que el PP alcalareño sufrió en 2019, no se puede negar que el único azote reseñable al anterior gobierno venía de la bancada popular y más concretamente de su anterior portavoz. Ahora sin embargo, parece que asistimos a una suerte de juegos florales donde si alguien te molesta lo mas mínimo, te pide rápidamente perdón porque lo importante es participar.
Por otro lado, el andalucismo militante que presumía de no venderse al poder apretaba siempre desde una exigua pero contundente confrontación que desgastó a los socialistas en innumerables ocasiones y que no culminó en moción de censura por motivos que dejaremos para otro momento. Hoy pululan por el gobierno municipal con bastantes menos competencias que los anteriores socios de los patriarcas colorados, con bastante menos poder, tragando ruedas de molino empanadas con harina, huevo y pan «rallao» de nuestra tierra y conformándose con vender el trabajo que se encontraron hecho meses atrás durante todo el verano. Ojo, es lícito ¿eh? que no se enfade nadie. Pero si las cosas están sucediéndose así, pues se dice y en paz…
Por otra parte, el populismo que allá por 2015 se adornó de morado ha perdido el matiz rojo por el camino y se consagró en Alcalá a un azul cielo con dos ojos; dos ojos como los dos concejales que consiguieron y que han pasado de estar uno al lado del otro a situarse frente a frente, dejando no sabemos si vizco o tuerto a un proyecto político que rellenó paginas de Facebook pero que no consigue pasar el filtro de aparcar la furgoneta y entrar en las instituciones. Ese azul cielo que actualmente anuncia nubarrones y tormenta, está en la línea con lo ocurrido años atrás, donde los morados sólo resistieron el primer par de banderillas antes de que empezaran a embestir unos contra otros en vez de contra ese enemigo contra el que venían a luchar, siempre de forma presunta porque nunca llegaron a hacerlo de verdad.
La izquierda real, la de verdad, esa que sigue siendo izquierda cuando gobierna y no pacta políticas liberales (a Dios gracias) para mantenerse en el poder como hemos visto en Alcalá en estos últimos cuatro años, ha desaparecido del Pleno del Ayuntamiento justo cuando había gente seria y trabajadora al mando, por esa facilidad innata y ya tradicional que tiene a la hora de ajusticiarse a ella misma.
En el otro extremo está VOX ¿está? Parece que sí, pero puede que sólo lo parezca. Estos no se pelean entre ellos, que visto lo visto en Alcalá no es ni muchísimo menos poca cosa, pero no sé si no trabajan por ser intrascendentes o son intrascendentes por no trabajar. El caso es que son cada vez más blanquitos, se diluyen cada día más y reducen el ardor, como el ALMAX, que también termina en X. Pero del malestar que un grupo de oposición debe proporcionar al gobierno de turno y más allá de debates inocuos para la política municipal aludiendo a la bandera y al orgullo patrio, por poner sólo dos ejemplos, nada de nada.
Otras cosas sin embargo no cambian, siguen mandando los de siempre y sus nuevas generaciones; perdón, ellos los llaman juventudes. Cambiando concejales por asesores y asesores por concejales para conservar las mismas caras, mantener a las mismas vacas sagradas de siempre, continuando con sus mismos modos y prácticas cortoplacistas y viendo la ciudad como una serie de compartimentos estancos completamente irreal en vez de como un todo transversal, heterogéneo y plural. Y lo hacen así porque es lo que sus mayores les enseñaron, porque se creen dueños de la verdad más absoluta y porque al fin y al cabo les va bien.
A la ciudad no tanto, pero a ellos les va genial. Ganan elecciones como churros y cada vez sus enemigos políticos son más incapaces y más pusilánimes.
Como conclusión uno piensa que visto lo visto, virgencita que al menos nos quedemos como estamos.
Es triste, pero es lo que hay.
Juanlu Rodríguez.
