EL CASTILLO DE HALLOWEEN
Hoy voy yo a hablar del pasaje del terror del castillo de Alcalá porque tengo no más, pero sí al menos tanta autoridad moral como el que más para hacerlo. Puede que levante ampollas pero sinceramente, me la p… vamos, que no me importa lo más mínimo.
Con el único ánimo de dinamizar a los niños y jóvenes del barrio de San Miguel, unos cuantos locos de la cabeza soñamos un pasaje del terror teatralizado y nos propusimos llevarlo a cabo. Políticos, la técnico de Juventud, vecinos, una compañía de teatro alcalareña y la AVV Tres Arcos emprendimos allá por septiembre de 2021 un camino que el Covid se empeñó en arrebatarnos en 2020, porque desde entonces andábamos ya rumiando la idea.
Una subvención de la delegación de Juventud encabezada entonces por Rosa Carro más el apoyo humano de los locos antes mencionados hicimos posible no un pasaje del terror, no. Hicimos realidad un proyecto de dinamización de jóvenes en el barrio, que durante más de dos meses y gracias a la dirección artística de la asociación Teatro para Todos (jamás olvidaré la implicación de María José y Rocío, así como el trabajazo de Carlos y Ariadna en el día a día) estuvieron ensayando sus respectivos papeles, configurando sus propios disfraces, estableciendo un guión estructurado y coherente al entorno y diseñando los efectos de luz y sonido para que esa noche, la fortaleza medieval alcalareña demostrara que tiene muchísimo potencial cultural y también turístico a poco que se apueste por él.
La decoración fue mínima habida cuenta que el entorno era un marco incomparable para ejecutar la idea y no necesitaba casi nada. Los más de 2500 visitantes (según fuentes de la Policía Local) y que formaron una cola que llegó a la mismísima puerta del Centro Cívico San Miguel fueron pasando en turnos de 25 personas cada 10 minutos para poder disfrutar del espectáculo de forma plena y que el recinto amurallado no sufriera desperfecto alguno. El puesto de buñuelos y las bebidas en la zona del aparcamiento completaron los servicios ofrecidos y la satisfacción de los visitantes fue tal que muchos de ellos repitieron visitas ya en los últimos momentos de la actividad. Nada de infraestructuras enormes, nada de contaminación lumínica y nada de ruido innecesario. Todo ejecutado con un ejemplar respeto al entorno.
A la conclusión de aquella actividad histórica para el barrio y para el entorno de la fortaleza, todos pudimos constatar lo que un barrio y su gente pueden hacer cuando se apuesta por ellos. También se demostró que el Castillo de Alcalá tiene un potencial histórico, cultural y turístico sólo limitado por la estrechez de miras de quienes están para sacar ese potencial pero se acomodan en las manidas frases de “es que eso no se ha hecho nunca” o “eso no se puede hacer”.
La labor de dinamización con el barrio fue tal que, al año siguiente y sin mediar subvención de por medio, ellos solos repitieron la actividad con una temática distinta pero con otro éxito notable; no hay mayor satisfacción cuando ayudas a alguien que ver cómo ellos siguen adelante ya sin ti.
Y sí, por supuesto que nos pusieron trabas por el camino. Muchas, desde dentro y desde fuera. Técnicos de otras delegaciones del ayuntamiento que en vez de apoyar nos llamaban imprudentes e incluso locos simplemente porque cambiar un bolígrafo de sitio ya les cuesta trabajo, políticos que se decían compañeros de gobierno pero que no daban los informes preceptivos hasta ultimísima hora, un suministro de luz que no fue el solicitado a la Gerencia de Servicios Urbanos vete a saber por qué motivo, poca cobertura institucional para que el evento pasara lo más desapercibido posible, incluso poca presencia policial al principio, que gracias a la gestión directa de los que allí estábamos desde primera hora de la mañana se pudo solventar.
También entre supuestos compañeros de partido tuvimos que soportar insidias. Un exdelegado de Educación que nos decía que nadie nos iba a agradecer tanto esfuerzo, una exdelegada de Gobernación a la que hubo que enmendarle la plana varias veces para que todo saliera bien o una exasesora de gobierno que repitió hasta la saciedad que el barrio no se merecía esa actividad y el interés que estábamos mostrando, como si los vecinos tuvieran que agradecernos que trabajásemos por ellos o rendirnos pleitesía.
Pero esos locos demostramos no sólo que se podía, sino que además se debía. El barrio lo merece, los alcalareños que lo disfrutaron lo merecen y la ciudad… La ciudad merece que los políticos actuales que tenemos, cobardes, pusilánimes y vagos pagados a precio de oro den alas a la gente y no corten iniciativas que están testadas, ejecutadas y asentadas, que ya son incluso esperadas cada año simplemente porque no tengan ganas de ponerse a trabajar.
Ojalá haya un giro de última hora y el pasaje del terror de este año se pueda celebrar. Ojalá rectifiquen y le den la oportunidad a los vecinos, verán de lo que son capaces en San Miguel.
Pero si no lo hacen, piensen que lo mismo cualquier tiempo pasado fue mejor.
Juanlu Rodríguez.