Un edificio abandonado, dos muertes evitables y un Ayuntamiento que llega tarde
Dos obreros muertos. Un edificio municipal en ruinas. Y un Ayuntamiento que ahora, con el foco mediático encima y la justicia investigando, decide personarse en la causa como si no tuviera nada que ver.
El inmueble donde ocurrió la tragedia llevaba 19 años abandonado. No es un descuido menor, ni un caso puntual. Es la muestra palpable de una política de abandono institucional que, tarde o temprano, iba a estallar. Y estalló de la peor manera posible: cobrando vidas.
Durante casi dos décadas, este edificio ha sido invisible para el Ayuntamiento. No hubo inversiones, ni revisiones, ni planes reales de uso. Solo promesas vacías, titulares oportunistas y abandono. Y ahora, cuando por fin se decide hacer algo —tarde, como casi siempre—, el resultado es trágico.
La empresa contratista tendrá que responder por sus actos, sin duda. Pero la raíz del problema está más arriba. En quienes tenían la responsabilidad de velar por el estado del patrimonio público. En quienes dejaron que un inmueble se convirtiera en una trampa mortal. Y en quienes ahora pretenden limpiar su imagen con una personación judicial que llega, como la obra, tarde y mal.
No es suficiente con estar presentes en el juicio. La dignidad de esos trabajadores, y el dolor de sus familias, merecen algo más que gestos simbólicos: merecen justicia. De la de verdad.