La desigualdad como norma también en la política

En época de elecciones, las fotos y carteles electorales y como no, las redes sociales que juegan un papel muy importante en la propaganda electoral, inundan nuestros pueblos y ciudades.

A mí como mujer, me enferma que las mujeres que presentan su candidatura a los distintos procesos electorales, no reaccionen cuando los calificativos que reciben ante sus fotografías, sus cambios de foto de perfil sean guapa, belleza, hermosa, linda, preciosa y los hombres: preparado, trabajador, inteligente, valientes, fuerte…

Esto de elegir a nuestros y nuestras representantes en los distintos gobiernos, locales, autonómicos, nacional y hasta europeo no va de ser la mejor imagen, no va de tener el mejor aspecto físico, no va de ser elegante. No va de utilizar filtros de photoshop para presentar el mejor aspecto. Para eso ya tenemos los concursos de mises, que también tendríamos para hablar de ello bastante.

Esto de las elecciones en democracia va de tener a los mejores hombres y mujeres en las candidaturas y que juntos sean capaces de llevar a nuestros pueblos y a nuestro país por el camino de la igualdad, la justicia social y el progreso sostenible. Va de conseguir un futuro mejor para todos y para todas con el trabajo de quienes los ciudadanos y ciudadanas decidamos en las urnas que nos representen.

Si lo que las mujeres, que nos van a representar, necesitan son halagos sobre su aspecto físico, sobre su vestimenta, sobre su elegancia , algo mal hemos hecho al elegirlas.

Yo quiero que me representen mujeres empoderadas, con una visión feminista y dialogante de la política, capaces de mover el mundo y transformarlo. Mujeres herederas de todas las que tomamos las calles el 8 de marzo de 2018 y el 2019 en las que las mujeres españolas hemos sido referente de los movimientos feministas a nivel mundial  y de todos los 8 de marzos anteriores. Mujeres hartas de ser ciudadanas de segunda. Hartas de tener que despegarnos del suelo pegajoso y de tener que romper el techo de cristal para poder ocupar cargos de responsabilidad.Hartas de la brecha salarial. Hartas que decidan sobre nuestro cuerpo. Hartas de la violencia.  Hartas de ser asesinadas por el simple hecho de ser mujeres. Quiero que me representen mujeres luchadoras.

Flaco favor hacemos las mujeres que nos dedicamos a esto de la política, si consentimos que nos sigan contemplando como bonitos floreros.  La belleza es sólo una circunstancia temporal.

¿Imagináis lo ridículo de esos adjetivos dirigidos a un candidato hombre? ¿Lo imaginamos verdad? Entonces, ¿por qué consentimos que nos lo llamen a nosotras? ¿Por qué agradecemos con nuestra mejor sonrisa estos calificativos?

En el siglo XXI, que se ha venido a denominar el siglo de las mujeres, estas actitudes deben ser erradicadas y sustituidas por la equidad y la diversidad. Y  también por la productividad y el crecimiento en sociedades inclusivas, en las que todos y todas juguemos un rol equivalente, en la que todos y todas con nuestro esfuerzo común y conjunto, sin desperdiciar un ápice de talento, construyamos un futuro para nuestros hijos e hijas alejado de estereotipos machistas y retrógrados que lo único que hacen es empobrecer, empequeñecer y dañar nuestro futuro.

ARTÍCULO DE OPINIÓN

María Jesús Díaz. Política y sindicalista.

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